Incluso el prime time televisivo, el horario de máxima audiencia, es el más tardío del mundo: de 22 a 24h, mientras que en el resto de Occidente comienza a las 20h, justo después de que la gente haya cenado. A nadie le suele extrañar esa diferencia de horarios con el resto de Europa y se da por sentado que es un rasgo cultural y casi identitario de la “nación española”, emparentándolo incluso con la siesta: craso error..
La etimología, como en tantas ocasiones, puede servirnos para comprobar los cambios que se han producido a nivel social dentro de un colectivo humano. La palabra castellana “siesta” tiene su origen en la “hora sexta” latina, una de las divisiones en las que la Iglesia fraccionaba los días de manera tradicional desde la Edad Media. La “hora sexta” o “meridies” era justo la que coincidía con el mediodía, y se alargaba hasta las 15h. Durante ese rato se estableció la costumbre de echar una cabezada, justo después de comer, hacia las 12h. En catalán, la etimología es aún más evidente: la siesta se denomina “migdiada” porque se realiza al “migdia” (mediodía). En pleno s.XXI, las siestas estivales o dominicales (casi las únicas que sobreviven) no suelen ser antes de las 15 ó 16h. ¿En qué momento se retrasaron hasta ese punto los horarios?
Todo empezó la medianoche del 16 al 17 de marzo de 1940. En pleno órdago de reformas legislativas, el régimen nacionalcatolicista de Franco promulgó el 7 de marzo de aquel año la Orden sobre adelanto de la hora legal en 60 minutos, a partir del 16 de los corrientes. Según se recoge en el Boletín Oficial del Estado núm. 68, de 08/03/1940 (PDF): «Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos, y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo, dispongo: Artículo 1.º-El sábado, 16 de marzo, a las veintitrés horas, será adelantada la hora legal en sesenta minutos». De ese modo, el Estado Español abandonaría el huso horario al que pertenece por naturaleza en buena parte, el entonces conocido como GMT (Greenwich Meridian Time, puesto que el meridiano de Greenwich pasa por la Península Ibérica), el actual UTC.
Geográficamente, buena parte de la Península Ibérica comparte huso horario natural con el Reino Unido, salvo el extremo más occidental. Sin embargo, en 1940 la dictadura franquista consideró que el Estado Español debía adoptar el mismo huso horario que su admirada Alemania nazi y la Italia fascista, el +1 GMT. A esa manipulación política del estándar horario, hay que añadirle la decisión de suspender los cambios de hora propios del verano y del invierno, que no se retomaría hasta el cambio de hora de primavera del año 1942. De ese modo, los ciudadanos del Estado Español vieron cómo su horario se llegaba a retrasar de 2 a 3 horas respecto a lo que venían estando acostumbrados. Esta alteración horaria contra natura tuvo un impacto social tremendo y paulatino: la gente conservó sus horarios biológicos en su día a día, pero los relojes han venido marcando una hora que no les correspondía. Y, a mayor distancia del Meridiano de Greenwich, mayor impacto del desajuste temporal. En cierto modo, la prueba palpable de la sinrazón de este desarreglo la encontramos en Portugal, estado que ha permanecido siempre en su huso natural (GMT/UMT) y en el que no se han producido los cambios socioculturales relacionados con el horario.
Han pasado 70 años desde que una medida política filo-fascista alterara el ciclo vital de todos los ciudadanos de este estado y sucesivas generaciones. Son las 4 de la madrugada y estoy viendo un concierto de Ryuichi Sakamoto en directo a miles de kilómetros. Estamos en pleno siglo XXI, y en el sur de Europa seguimos arrastrando las consecuencias sociopolíticas de una dictadura de la época de la 2ª Guerra Mundial, y no hay visos de que vaya a cambiar..
Fuente: http://www.simbenia.com/blog/el-horario-contra-natura-espanol/
1 comentario:
Muy interesante. Lo que no comprendo es por qué se habla tranquilamente de Portugal, Italia o Alemania, pero al referirse a España se utiliza la redundancia de Estado Español.
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